Estos días se estrenan muchos biopics. Nacionales como el de Jesús de la Rosa o internacionales como el de Janis Joplin. Nada peor para la imagen de Morrsion que la película que Oliver Stone dirigió sobre su vida. Aunque el personaje fuese histriónico no se merecía ese trato. La banda más extraña y personal de la psicodelia brilla entre los mejores. Densmore, el compañero que se niega a ceder los derechos para la publicidad porque cree que Jim no lo haría, todavía recuerda la primera vez que oyó la voz de aquel extraño personaje en su primer ensayo y como vió al hijo del almirante hacerse pasar por homosexual para no ir a Vietnam.

Morrison conoció a Manzarek en su primer año en la UCLA. El teclista tenía cinco años más que él y la universidad acabada. Dos años más tarde se volvieron a encontrar y la leyenda dice que Jim le tarareó el estribillo de Moonlight Drive que tenía en la cabeza. Así nacieron los Doors, como una postal en Venice Beach. Un frío y analítico pianista con el blues urbano de Chicago en su educación y un torturado poeta con una tonelada de carisma y atracción por lo autodestructivo. Break On Through es una de las tres primeras canciones que montaron. Una definición directa del nuevo sonido de un grupo que aquí sólo necesitaba como bajo la mano izquierda de Manzarek, la batería manolenta de Densmore y como explosivo el vozarrón de Morrison. Krieger espera su turno. La urgencia de la canción se lleva por delante todo el love-and-peace. Aquí es todavía 1967 y no habían matado a Luther King, pero los de LA anuncian otro lado. «Made the scene/ Week to week/ Day to day/ Hour to hour/ The gate is straight/ Deep and wide/ Break on through to the other side/ Break on through to the other side».

Al estilo british

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