En la galería que iba del Parque Sacramento a la Calle Real, no me acuerdo que tienda de discos tenía un escaparate donde cambiaban de cuando en cuando las portadas de los vinilos. Estaba el «Highway to Hell» de AC/DC al lado del «Rosa María». Esas son mis primeros recuerdos de Camarón, por supuesto sabía quien era AC/DC, pero aunque vivía en San Fernando, ni tenía idea de quién era Camarón ni me llamaba la atención el flamenco. Tres años después, ya en Madrid, primero con Lole y Manuel, luego con Veneno fue creciendo el interés y cuando fui a la mili ya habia tenido en mi plato «La Leyenda del Tiempo». Pero no volví por Cádiz más que en verano aunque  empecé a tener más discos de Camarón, alguno del Potito…

Un cantaor de los de antes
Cuando me hice chiclanero tuve acceso a los discos de mi amigo Juan Carlos y poco a poco he ido entrando en el flamenco viejo. Y uno de las que más me sorprendió fue otro «caña», Chato de la Isla y estas alegrías, más que nada por el jaleo tan diferente a lo que se escucha por ahí. Suenan las palmas hasta con eco. «Los van a prender mañana, a toditos los ojitos negros los van a prender mañana, y tú que negros los tienes échate un velo a la cara. Cuando te vengas conmigo ¿qué adónde te voy a llevar? a darte una vueltecita por la Muralla Real». El Chato canta como tiene que ser pero esa mujer del jaleo le lleva de la mano, y con un  riau, riau sorprende cuando tiene que ser. Y otra vez en el momento justo, «Alerta, alerta, mocita que en el hombre no hay engaño en sacudiendo la ropa se va el polvo y queda el paño». Luego he sabido que las alegrías de Cádiz vienen de una adaptación de la jota aragonesa de cuando la Guerra de la Independencia, y por eso ese riau tan del norte-norte suena tan cadita. Y tan cabal.  

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