Solo un argentino y un tango pueden ser tan melodramáticos sin perder la compostura. Diciembre de 2007, a los pies del Obelisco se prepara un escenario de 900 metros cuadrados y cinco pantallas gigantes para 300.000 personas, que asisten a un espectáculo capaz de hacer llorar a medio Buenos Aires. La situación lo merecía, se retiraba Julio Bocca el mejor bailarín argentino de todos los tiempos. Lo que Maradona era al fútbol, Bocca lo era al baile.
«El último café» (1963) fue de los últimos éxitos del varón del tango, el uruguayo Julio Sosa, grande en los años 50 y fallecido en el 64. Para añadir más dramatismo, la entrada es pura evocación, «Llega tu recuerdo en torbellino/ vuelve en el otoño a atardecer/ miro la garúa y mientras miro/ gira la cuchara de café,/ el último café/ que tus labios con frio/ pidieron esa vez/ con la voz de un suspiro,/ recuerdo tu desdén…«. En mi corta carrera de oidor de tangos, este de Cátulo Castillo que musicó Héctor Stampino, es el más desgarrado y masoquista, con un toque de desesperación que los arreglos de la de Julio Sosa acentuaban. Aquí la interpreta, un poco más rápido, pero más sobrio, Guillermo Fernández y la bailan, de manera inolvidable Julio Bocca y Cecilia Figaredo. Buenos Aires, verano….