Versionaca de Leonard Cohen, si señor. Nunca he aguantado mucho al canadiense de Suzanne, me aburre su manera tan pomposa de cantar, es un defecto de serie que tengo (me pasa un poco lo mismo con gente como Aute o Bunbury). Ya sé que es una figura venerable y todo eso, pero no puedo, no puedo… Por eso agradezco que discos como este me ayuden a calibrar su verdadero poder, sus canciones más que su forma de cantar. He escuchado la original y sigo padeciendo el bloqueo. Sin embargo, gracias a Rufus Wainwright ya puedo decir que sí, que Leonard Cohen tiene buenas canciones, es culpa mía no saber apreciarlas cuando él las canta.

Provocadoramente gay
Lo primero que hace Rufus es acelerar un par de compases la canción y colocar un violín y un punteo de guitarra que le pongan la letra en suerte; «Everybody knows that the dice are loaded. Everybody rolls with their fingers crossed. Everybody knows that the war is over. Everybody knows the good guys lost. Everybody knows the fight was fixed. The poor stay poor, the rich get rich. That’s how it goes Everybody knows». Rufus, cuyo placer secreto es la opera, se explaya a gusto y maneja la intensidad de una gran letra con la flexibilidad de cintura vocal de la que carece Leonard. Y eso le hace ganar dramatismo, algo fácil para un personaje como Wainwright, un gay militante de pluma y Malasaña que sabe no tomarse la vida en serio mientras canta con tamaña seriedad. «And everybody knows that it’s now or never. Everybody knows that it’s me or you. And everybody knows that you live forever Ah when you’ve done a line or two. Everybody knows the deal is rotten. Old Black Joe’s still pickin’ cotton. For your ribbons and bows. And everybody knows…». Magnífica la canción, magnífica la versión y magnífico debió ser el concierto casi privado, en los jardines del Generalife, que Carmela tuvo la suerte de presenciar.
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