Una de mis canciones-fetiche. Captain Beefheart es un personaje muy, muy peculiar. Desde el principio formó parte de los amigos íntimos de Zappa, y llegó a firmar un disco conjunto con él, «Bongo Fury». Pero Don Van Vliet, el nombre real del Capitán, también dejó enemigos, sobre todo entre la gente de su propio grupo, la Magic Band que le acusaban de dictador y tacaño. Considerado un niño prodigio de la escultura en su infancia, sus padres le impidieron continuar su vocación y acabaron en el desierto de Mojave, el lugar donde Zappa y él se conocieron de adolescentes.

Estos golpes de piano que se mezclan con la escobilla de la batería y siguen, cuando  cambia la melodía escondidos tras el órgano, son uno de los mejores momentos del Captain Beefheart en este disco. «Shiny Beast» fue grabado dos veces, después de que el antiguo manager de Zappa, el que ponía la pasta, se quedara con los masters del primer trabajo. Una historia que da buena fe de la leyenda zappiana. Pero el protagonista aquí es este excéntrico escultor y pintor que pasó por la historia como un outsider de los que dejan huella. Y que aquí canta con cierta distancia la historia de «Harry Irene», una pareja que tenía una cafetería, «The floor was made of oak, the door was smokey gray/ Their tuna sandwiches would turn the dark into day/ They sold wine like turpentine to painters/ They took to social life like props to aviators/ Harry Irene were a couple that ran a canteen/ Harry Irene were a couple that lived in the green». Hasta que aparece Dusty que se marcha silbando en un solo que explica toda la canción.

El lado cínico de California

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