En los meses más oscuros de la pandemia, los del auge de la conspirania, Dylan, el viejo conspiranoico-jefe decidió dedicarse a lo que más le gusta. Apartó la voz de Sinatra a un lado y volvió a ser el profeta tronante. Puestos a conspirar se fue al principio de todo, Dallas, 1963. Coge el retrato oficial del presidente Kennedy y, en mayo del extraño 2020, adelanta una especie de American Pie, monótono y cadencioso, donde con voz cansada, anciana y sabia va mostrando su Sergeant Pepper de figuras y referencias del siglo XX, todo empieza y acaba en Dallas.

Poco después, antes del verano del 2020, está en la calle con su portada evocadora de antiguos fotogramas de publicidad, Rough and Rowdy Ways. Medio mundo lo colocará en el número uno de los discos del malhadado año, otro medio lo verá como el pájaro de mal augurio que proclama el final del trovador. Ingenuos que manotean frente al trabajo de quien tiene correa para dejarlos atados mil años. No es un disco fácil, la letanía de Murder Must Foul se hará eterna y fácil el recurso a los nombres pero es la palabra de Dylan, recurso suficiente para más de una escucha. Y para aprender otra vez de un tipo que ha surcado los últimos cuarenta años de música popular, siguiendo lo que su viento le dice. Suena Withman cuando al principio del disco se arranca con este I Contain Multitudes, orgulloso, retador y burlón, «Pink petal-pushers, red blue jeans/ All the pretty maids, and all the old queens/ All the old queens from all my past lives/ I carry four pistols and two large knives/ I’m a man of contradictions,/ I’m a man of many moods/ I contain multitudes». Es el Dylan de 2020, y le queda más de un viento que enseñar.

La escena de la portada, el tiempo…

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *