Hammond y Casablancas, la pareja líder de los Strokes, se conocieron a los trece años en un internado suizo. Así que tuvieron que cargar con la etiqueta de pijos. Comparados continuamente con los Libertines por una cuestión de tiempo y marketing, despacharon en el 2001 un disco que los puso muy arriba. Allí estaba toda la historia neoyorquina urgentes cortes de tres minutos que olían a todo lo cocinado en NY en los últimos veinte años. Grabado en un sótano de Manhattan eran once canciones en apenas media hora que resultó la mejor del año.

Aunque les preguntaban por Television ellos contestaban con un cd de la Velvet del que se tiraron meses hablando y en «The Modern Age» se demuestra que es verdad. Entre los 23 y los 20 años, hacia mucho tiempo que no se veía un disco debut tan contundente. Recogen el sonido de los recopilatorios de Nuggets pero han escuchado a los Beastie Boys y el grunge de los 90. Y pese a todos sus supuestos contactos fue Rough Trade, una indie británica, la que financió este disco. La guitarra de Hammond (el hijo de Albert nunca llueve en el sur de california) fue la que catalizó el grupo y la que da cuerpo a esta magnífica «Last Nite» cantada con el aplomo de unos veteranos y el aburrimiento de un adolescente con su novia; «Last night she said,/ «Oh, baby, I feel so down/ Oh it turns me off/ When I feel left out/ So I, I turn ‘round/ Oh, baby, don’t care no more/ I know this for sure/ I’m walkin’ out that door«. El torbellino duraría dos años más, tras los que se ha hablado varias veces de vuelta mientras Casablancas y Hammond han sacado sus propios trabajos.

Después de un concierto en el 2000

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