En algunas fotos del Madrid de los 80 hay un personaje rico, contradictorio, tierno, tímido y buen letrista que se llama Fernando Márquez. Cuando haya que retratar en canciones el espíritu que fue del 78 al 81 en Madrid hay que buscar, entre las mil que hay, tres referencias: Kaka de Luxe, Paraíso y La Mode. Y en las tres y en ese orden cronológico esta la evolución del Zurdo, desde un tímido que canta Pero que público más tonto tengo, otro que rima con Makoki, veranea en la morgue o hace un himno como Para Tí y finalmente a un aspirante a personal crooner.

Aquí estamos en El Eterno Femenino. El disco de La Mode donde Nuevos Medios con el dinero ganado con los Golpes de Coppini, otro letrista con personalidad propia, puso lo mejor que pudo. La portada fue un diseño de Montxo Algora en los tiempos del diseñas o trabajas? y el disco un reflejo de lo que hacían los modernos del momento. Un festival de teclados y percusión electrónica de Mario Gil con una dirección muy obvia. Fernando Márquez, todo un dandy, pero sin mucha percha, sería el Brian Ferry del momento. Un disco que desembocaba en Aquella Canción de Roxy, redondeada después en single con Enfermera de Noche, dos canciones que sonaron ese año hasta romper los Vox. Los teclados te podían llegar a volver loco pero las letras y las situaciones podían con todo. Desde «no he vuelto a verte desde aquella vez que quedamos en Hawai» hasta «la soledad envuelve a aquella chica que está en la barra, medio tirada»… La personalidad del Zurdo tiene esa magia por momentos, a veces seria, a veces pomposa y siempre irónica y consonante. Mi preferida es la de esa japonesa pre-Erasmus que «pasa las noches metida hasta el cuello en Rockola y escucha pop de vanguardia en su sanyogramola» y que «es dulce, inmutable y muy patriota; sabe que en cada europeo se esconde un idiota». Pura burbuja pop. Lo que más me gusta de todo esto es que pasados más de 35 años el espíritu del Zurdo sobrevuela las creaciones de por ejemplo, Putochinomaricón, un francotirador criado en Madrid que es tan chino y tan español como tú o yo. Hasta en los teclados.

Una portada legen-daria

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