Harry Nilsson fue un tipo con un talento especial para la música. De adolescente se fue de NY a LA para trabajar en un teatro y después en un banco. Mientras tanto compusó unas cuantas canciones junto a Randy Newman y le llegaron a colocar una a Little Richard. La RCA le ficha por tres discos y en el 67 sale este Pandemónium Shadow Show. Los Beatles lo escucharon a fondo. Habia una versión clásica del She´s Leaving Home y este experimento donde Nilsson se adelantaba unas cuantas décadas.
En la primera rueda de prensa de su gira USA del 68 contestaron que Nilsson era su autor americano preferido. Y su guía perfecta en la Costa Oeste. A Ringo y John los enroló rápidamente en el Hollywood Vampires, un club de borrachos fundado por Alice Cooper donde alguna vez estuvieron Bernie Taupin o Keith Moon. Compañero inseparable de Lennon en el período en que el beatle estuvo separado de Ono, el legendario lost weekend, es la imagen del secundario que acaba creciendo con las décadas. Después del loco periodo con Lennon que le produjo Pussy Cats inició la cuesta abajo de los 70. Muy pocos han conseguido navegar literalmente por el mundo de los sesentas con tanta clase, el primer Sinatra hippy, que un día trasteando con un acorde se acordó de las canciones de los Beatles con ese acorde, se fue a comprar los libretos y terminó esta virguería en una noche; «My babe don’t buy me presents/ How can you laugh when you know I’m down?/ Beep-beep, beep-beep, yeah/ I got something to say that might cause you pain/ If I catch you talking to that boy again/ Gonna let you down (yes, yes, you’re gonna lose that girl)/ And leave you flat (gonna let you down and leave you flat)/ Because I told you before (good day sunshine)/ You can’t do that (it’s been a hard day’s night)… Sólo por vacilar.