Este disco fue de los primeros que tuve, un regalo en la Navidad del 75. Después vi unos cuantos conciertos de Granada entre el 76 y el 78 en festivales más o menos grandes o en salones de actos de institutos. Del punk apenas se empezaba a oír y hasta la primavera del 78 no despertaron en Madrid los primeros fanzines de la Cascorro Factory. Hasta entonces todo fue un dominio del folk politizado y el rock que se oía con un poco de calidad, excepto los Burning estaba más cerca de los sinfónico. Seis meses después ya no era lo mismo.

Fue el 78 cuando Tierno Galván recibió un corte de mangas de Alaska y el año en que un extraño grupo llamado Azahar se hartaba de dar conciertos con su Que He Hecho Yo, Señor Juez, después de echar ambientador de azahar en salas fumadero. El poder franquista estaba descolocado y la sociedad iba más rápido de lo que ellos esperaban. Uno de los mejores sitios para estar cuando se tienen dieciocho años. Para entonces Granada eran agua pasada y su sinfonismo sonaba muy antiguo. Pero solo tres años antes el grupo de Carlos Cáccamo tenía la suficiente gente detrás como para que Manolo Sanlúcar pusiese la guitarra y Movieplay la pasta para producir un vinilo, nada de singles. Como salió al mismo tiempo y en el mismo sello que Triana y Lole y Manuel se les encasilló en el rock andaluz, aunque eran un grupo básicamente madrileño. No tenían la fuerza y el enorme talento del grupo de Jesús de la Rosa, ni la calidad de los Goma, y ni siquiera vivían en Sevilla. Y hacían cosas tan naif como esta. Vi el vinilo hace unos años en una tienda de Granada y no se cotizaba mal.

Para el Hablo de una Tierra

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