La he puesto casi más por el vídeo (tampoco son horas para la selección) pero también porque es mi canción preferida de las muchas preferidas de Calamaro. El pibe protagonista no es Maradona, sino Riquelme, aunque recuerdo que las explicaciones del entonces seleccionador sobre por qué el raro de Riquelme renunciaba a la albiceleste, no convencían mucho. Pero hay un par de regates en ese vídeo que son como el mejor de los estribillos. Este medio vals llamado «No son horas» está en «Honestidad Brutal» el mejor disco del prolífico argentino, editado en 1999 y que significaba una apuesta a todo o nada y sin creérselo demasiado.
Que así era lo demuestra el cambio de formato de la gira de presentación. Lo que iba a ser un concierto acústico se convirtió, sobre la marcha, en los primeros ensayos en serio de la banda eléctrica que Calamaro tuvo que preparar para el verano. El pelotazo de «La parte de adelante» hizo que en La Iguana, una sala de doscientas personas, se pudiesen ver dos conciertos vivos, enérgicos, eléctricos y felices, con el argentino eufórico regalando librillos de Smoking con la portada del disco. No recuerdo si sonó esta gran canción que me ha ayudado en momentos difíciles. «No son horas de reírse, no son horas de olvidar, (vos)/ hiciste lo que quisiste, de verdad/ No sientas ni un segundo más de lástima por mí/ que me voy a levantar/ y si te falta una imagen quiero que me recuerdes así/ con el viento en las velas», estos versos pueden ser tomados como una fantasmada de Calamaro cuando más tarde dice que tiene multitudes que le esperan afuera, pero también le esperan multitudes a quien vuelve al mundo real, o simplemente, vuelve a empezar. Sé que levanta controversia, pero para mí, Calamaro, es de los mejores.