Una de las versiones más bizarras que conozco de los Beatles pertenece a Sandro, una figura mítica del rock argentino, que en el 57 hacia imitaciones de Elvis en sus últimos años de instituto. En el 60 ya tenía un grupo llamado Los Caniches de Oklahoma y en el 63 era Sandro y los de Fuego. Contemporáneo de Moris pero con más presencia escénica y ganas de triunfar cogió rápidamente la senda comercial y se convirtió en un cantante melódico latino.
Y con él sucedió algo parecido a lo que hacen los indies españoles con Raphael, pero a mucha mayor escala, tampoco el noi de Linares se curro el pop, mucho menos el rock, más allá de lo necesario. Todos ( o casi) los grupos argentinos que han sido algo han participado en algún disco homenaje a esta fuerza de la naturaleza que empezó como Elvis y acabó como el Puma Rodríguez, siempre siendo y sintiéndose una estrella. Sandro adaptó por completo la canción y el matiz psicológico que le había puesto Lennon solo quedó en el título. «Corazón me sobra/ y yo te lo digo/ Y solo pido en cambio tu amor/ Hombre de ningún lugar/ yo quiero ser». Él era un romántico.
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