Esta suave sorpresa atlántica es una canción de Carmen, como los tangos y el bolero cubano, el tipo de música que he aprendido a saborear estando con ella. Cesaria Evora es la reina de la «morna», un estilo musical propio de Cabo Verde, archipiélago colonial portugués situado frente a las costas de Senegal. Cantante desde joven en los cafés de Mindelo, dejó de hacerlo tras la independencia y solo pasados muchos años la convencieron para ir a París y grabar «La diva de los pies descalzos». Era el 88, con 47 años comenzaba su verdadera carrera.
Con 16 años, Cesaria ya era conocida en Cabo Verde |
Esta canción tan dulce está dentro de Cabo Verde, su disco del 97, dedicado a recoger tonadas anónimas de la isla con letras más alejadas del esclavismo y el desarraigo que ha hecho que muchos equiparen la morna al blues. Grabado en el mejor momento de Cesaria, le canta a Beirona, una de las islas del archipiélago en el difícil portugués criollo que allí se habla: «Quem qu’re sabê si sangue de Beirona é ‘sim sabe, el ba panha ‘l la na fundo di ladera. Sangue de Beirona. El é sabe, el é doce. Si bô c’otcha’l la na fundo di ladera, bo ta culpa’ e quem faze’be ess coladera». (Quien quiera conocer el sabor de la sangre de Beirona, que la busque en lo profundo del valle. La sangre de Beirona es sabrosa y dulce. Si no la obtiene en lo hondo del valle, es culpa de quien recoge con colador…). Lo demás, el ritmo del cavaquinho (la guitarra portuguesa de cuatro cuerdas) de Jacinto Pereira y el saxo de Totinho, para adornar lo que parece el chocar de las olas en un tranquilo atardecer de Cabo Verde. Las mezclas son buenas y la de Portugal y África es esta morna evocadora y rítmica.
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