Este que saluda, «Really don’t mind if you sit this one out«, es Ian Anderson. Líder absoluto de Jethro Tull, un fenómeno durante la segunda mitad de los 70. Tenía la impronta del folk inglés pero también le gustaba a los heavies y su «Thick As a Brick» era un disco codiciado. Editado después del no menos famoso Aqualung con A Passion Play forman la época dorada del grupo y su portada desplegable con la presentación en sociedad del niño virtual Gerald Bostock, tenía mucho valor en cualquier mercadillo. Un tipo excéntrico cuya estética caló hondo en grupos españoles como Ñú (con Molina y Rosendo) o Mago de Oz.

Esta imposible mezcla de música medieval y arranques metaleros tuvo su hueco durante los años del rock sinfónico y lo ocupó casi en exclusiva Jethro Tull, que como veteranos del blues inglés sabían defender en directo su música. Ya se habian dado cuenta del filón de la flauta con «Boureé» unas variaciones sobre una tonada de Bach con la que Anderson inauguró su carrera de flautista rock. Comenzaba la resaca hippie, las crisis del petróleo y la gente estaba ávida de cosas nuevas, de historias medievales escritas por un supuesto niño prodigio y ahi estaba el trovador del siglo XX dispuesto a contárselas; «My words but a whisper, your deafness a shout/ I may make you feel but I can’t make you think/ Your sperm’s in the gutter, your love’s in the sink/ So you ride yourselves over the fields/ And you make all your animal deals/ And your wise men don’t know how it feels/ To be thick as a brick.». A partir del minuto 3 tiene el acelerón marca de la casa, melodramático y progresivo, y al final vuelta al asunto medieval y al arpegio que era el que daba de comer. Cualquier día hace un cameo en Juego de Tronos.

Ian Anderson sin la flauta

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