«El saxofonista se bajó de la plataforma y siguió tocando entre el auditorio; con el sombrero caído sobre los ojos (en un momento dado alguien se lo echo hacia atrás), regresó hacia el estrado y golpeo el suelo con el pie y lanzó una andanada destemplada y ronca, y tomó aliento, y levantó el saxo y la música brotó alta y ancha y estalló estridente en el aire».
Jack Kerouac
Kerouac escribió esto en el 51. Cassady y él, al final de «On The Road» enfrentados a las mujeres se van a disfrutar del jazz de Frisco.
En ese mismo 51, el niño prodigio de Frisco, Chet Baker, hijo a su vez de músicos, acompaña con 22 años y una trompeta a Charlie Parker en la parte oeste de su gira. Él mismo ha sido protagonista muchas veces de lo que describe el escritor beat. El bebop arrasaba y con él la heroína, una plaga entre los músicos de jazz. Negros y blancos se perdían en los laberintos autopropulsados de la droga, y Baker, como Pepper, Coltrane o Parker fue uno de ellos. Un poco a tumbos desde entonces, en el año 1956 dejó testimonio de su segunda faceta, la de cantante. Ayudado por una presencia que le acercó a Hollywood, y el talento que le puso entre los grandes, Chet Baker hizo suyos standards como este «Look For The Silver Lining» escrito en 1919. Nunca escuché jazz, algo que ha traído a casa Carmencita, que tiene tatuada en su muñeca la primera línea de esta canción; «Always look for the silver lining/ Whenever a cloud appears in the blue/ Remember somewhere the sun is shining«. Y siento que he tardado un poco.