Como soy un blandengue de todos los mitos del rock´n´roll me quedo con Buddy Holly y de sus canciones, después de darle muchas vueltas, con este relamido «True Love Ways» que se publicó de manera póstuma, meses después del accidente que acabó con el rock´n´roll. Había conseguido llevarlo a otro nivel. De Elvis se decía que había acercado la música negra a los blancos, de Holly que había hecho llegar a los negros la nueva cara del rock. Se ganó el respeto de sus colegas en las interminables giras de rock´n´roll, y el tejano blanco de gafas de pasta acabó jugando a las cartas con Chuck Berry y afinando con Little Richard.
Holly y su amigo Waylong Jennings
Esta canción era un regalo a su esposa, la puertorriqueña María Elena Santiago y se grabó en octubre del 58, para mosqueo de muchos de sus fans que aborrecían de tanto violín. Más que la voz, es la forma de cantar de Buddy Holly, su marca de leyenda, la que lleva el tema por encima de las cuerdas, desde que, sin música, susurra la primera frase, «Just you know why Why you and I will bye and bye know true love ways. Sometimes we’ll sigh Sometimes we’ll cry And we’ll know why Just you and I know true love ways». Una canción de amor que se ha bailado en millones de bodas religiosas y civiles, reales o simuladas a lo largo y ancho del planeta. Apenas el saxo y la voz sobre el mullido colchón de violines de la orquesta de Ray Ellis. Solo cinco años le bastaron a Charles Hardin Holley para dejar una de las estelas más luminosas de la historia del pop.
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