A finales de los 60 Caetano Veloso es la cabeza visible del movimiento Tropicalia. Un movimiento cultural que encierra una oposición a la dictadura militar que en el 68 gobernaba Brasil. Y que explora una fusión libre de la música brasileña con los nuevos sonidos del pop que traían los nuevos medios. Cuando uno lo ve asi, tan de lejos, resulta extraño como la irrupción del pop masivo pilló descolocado al poder. Y permitió que surgieran por un lado el mainstream de la bossa nova y por el otro joyas escondidas como las de Os Mutantes.

Arnaldo Baptista, Rita Lee y Sergio Dias se recorrieron todo Brasil participando en los conciertos que Gilberto Gil y Veloso organizaban con el sello del tropicalismo. La mayoría de su primer disco, grabado en el 68 son temas firmados por Gil y Veloso con un tratamiento psicodelico a veces ingenuo. Las canciones compuestas por el trío se acercaban más a las de cualquier grupo progresivo de la época. Y además había una canción compuesta por Jorge Ben un compositor que como los mismos Mutantes estaba cercano a la Jovem Guarda, otro movimiento entre la música y la política, y al que Rod Stewart le tuvo que pagar una morterada por copiarle descaradamente el «Da Ya Think…» (https://www.youtube.com/watch?v=Ex9jWJ5V014). Se trata de la misma que en el año 2003 utilizo la Citroën para su C-4 y que volvió a poner a Os Mutantes en órbita llegando a hacer una gira por Europa hace pocos años. Os Mutantes le metieron dinamita con esa guitarra-fuzz del principio, un poquito de samba en los cambios «A lua prateada se escondeu/ E o sol dourado apareceu/ Amanheceu um lindo dia/ Cheirando a alegria/ Pois eu sonhei/ E acordei pensando nela» y mucho saber pop en los juegos de voces y los coros. Pero la música popular brasileña puede mucho y no quedó mucho hueco para experimentos anglos en los 70.

El lado psicodélico de Ipanema

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