He visto muchísimos conciertos de los Enemigos en los que Fino Oyonarte aparecía como el más fiel escudero de Josele, entre un Carlos Animal a la batería y Manolo a la guitarra. Siempre parecía el más accesible. Sé de sus trabajos de producción con media Granada (Los Planetas, Lagartija Nick) y con Mercromina. Además de sus aventuras sonoras con Clovis y Los Eterno. Por eso me sorprendió tanto escucharlo como cantautor reflexivo, lleno de historias introspectivas y reflexiones sobre el no volver. Sobrecoge un poco escuchar algo tan descarnado. La red informa rápidamente que Fino ha tenido un jamacuco cardiovascular y tras estar bastante cerca de no contarla se marcha a lo más árido para hacer este disco-confesión.

«Necesitaba mirar dentro de mí», dice en mayo del 18. Y a fe que así lo ha hecho. Con la alegría de poder hacerlo. Un disco de canciones desnudas que difícilmente parecen hacer dejado espacio para los riffs. Optimista en Afortunado y oscura en este Atrapado. Canciones trabajadas con mimo, difíciles de escuchar y con mucha cuerda. Con condicionales y buscando a propósito una atmósfera coheniana. Un disco hecho para escuchar. El rockero se ha hecho acústico y ahora gira con un terceto de cuerda o solo con la acústica. Y cuando puede añade un fiscorno como el del final de este tema en un disco que puede parecer una ajuste de cuentas pero que sin embargo es una celebración. «Si pudiera dejar de escucharte de una vez por todas/ si pudiera apagar las velas y que desaparecieras/ si pudiera estar contigo para siempre y cuando quiera/ si pudiera escapar, si pudiera dejar de pensar…». Con condicionales y buscando a propósito una atmósfera coheniana. Un disco trabajado durante tres años y que pese a sonar como los Beatles en Estos años, encuentra más a Nick Drake que al canadiense. Un disco hecho para escuchar.

Fino Oyonarte, en acústico

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