Una linea de bajo así pasa por encima de todas las palabras. Da igual que no entienda nada y me sea difícil seguir el significado pero estos dos minutos de riff continuado mientras se frasea por encima son la caña. Un rápido paseo por YTB deja ver una cantante de rap que se aleja del cliche. Más jazzística, a veces parece una Macy Gray. Canta sobre el barrio y el ser negra pero prefiere hablar de un ama de casa en quimioterapia que de peleas de gallos.

Curtida en los concursos de spoken word pronto le pidió letras Chance The Rapper, un importante rapero de la ciudad del viento. Su primer trabajo en solitario fue Telephone, en el 2016, estructurado en torno a llamadas telefónicas y con un estilo que los críticos yanquis definen como jazzy. Perdió la virginidad, de manera literal y como lo cuenta ella misma, y se marcho a LA para hacer este Room 25, desde sus 25 años y la independencia más total. Llamó a su colega Phoelix y durante dos años se ha trabajado su primer disco profesional ya que es la primera vez que tiene que pagar un alquiler. A juzgar por las críticas de la red no lo ha hecho nada mal y a los oídos de una tapia en el mundo del rap, solo volver a decir que me basta con esa línea de bajo y ese fraseo para decir que me gusta. Otra cosa es seguir la letra incluso aunque la tengas delante: «Penny proud, penny petty, pissing off Betty the Boop/ Only the niggas that hoop, traded my life for cartoon/ Dance monkey dance, cathedral gon’ pay me good tonight/ Eating Chic-Fil-A in the shadows, that taste like hypocrite/ Mmm, yummy tasty, mmm, mmm, yummy tasty/ Offer for my empathy, bitches just really lazy/ Maybe I’m a hypocrite, maybe I’m hypochondriac…» Fatimah Nyeema Warner está muy lejos del tópico.

Noname, spoken music

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