Había oído hablar de Bustamante y en un veraneo en Chiclana compré en el Carrefour de Bahía Sur el «Entusiastas», editado en el 98 por Chewaka, una experiencia de la Virgin en el indie español. Allí estaba «Al Sur del corazón» que me estuvo rondando todo ese verano. Me fuí enterando de quién era, un veterano de la escena valenciana que se define a sí mismo como un gato vagabundo para curarse en salud, porque al que no pinta, lo pintan. Un chaval que escuchó «There´s a place» en la máquina de discos de un futbolín y se le abrió la cabeza en la Valencia de los 60. Y una referencia que los años van agrandando. ¿Músico de culto? Pues, sí
Poco después conocí esta maravilla que había sacado en el 86 en Discos Medicinales, producido por Miguel Angel Villanueva, otro francotirador levantino. La caja de ritmos y el arranque de la acústica ya nos mandan a un paisaje ondulante, es la playa, está claro, y al amanecer. Se gastan las últimas balas, «no preguntes por mi nombre, invítame a desayunar, a fumar en la cama todo el día…verdades construidas sobre omisiones que no hace falta ni saber» y se suplica «hazte cargo de mí, no me dejes en la carretera al amanecer, tienes sitio, me lo habías dicho …». Parece una escena de comic que se dibuja ante nuestros oídos con sencilla maestría. El pop es una línea muy fina que separa lo sublime de lo sensiblero o de lo meramente comercial, y para mí y para mi hermana Mónica, Bustamante se queda, en esta joyita, del lado de lo sublime. Cuestión de gustos, y también coincido con él en otros tres, Serrat frente a Sabina, Calamaro frente a Bunbury y Lou Reed frente a Tom Waits. Será por eso…