Esta canción del 74 fue una de mis primeras aproximaciones al country. Como tantas otras la oí por primera vez en Para Vosotros Jóvenes, el programa de Radio Nacional en el que al mismo tiempo que oía esto, el I Shot The Sheriff o el primer single de Burning iba viviendo la agonía de Franco y haciendo los deberes. El mundo de la Edad de Piedra. Lou Reed se paseaba por España y en su papel de yonqui maldito era llevado al escenario en volandas por dos guardaespaldas. Algunos conciertos acababan bien y otros a palos. Un tiempo diferente.

Los tiempos en los que comentaba con Alberto Morant mientras ibamos al Liceo lo que escuchamos el día anterior. Unos cuantos años antes un Billy Swan de 16 años componía Lover Please y llegó al top ten del country. Semejante pelotazo le hizo emigrar de manera definitiva a Nashville donde siguió componiendo para Conway Titty o Wailong Jennings en los duros sesenta de Nashville. Estuvo en el country rock más light y su mejor amigo fue Kris Kristofferson, al cabo de los años no sé si actor de televisión o músico y que saltó a la fama como compositor del Me & Bobby McGee de Janis. El mismo Kristofferson que le dió como regalo de bodas un órgano RMI pórtatil que es la base de este one-hit-wonder que vendió millones de copias como single. No volví a saber de él. Sacó un pequeño éxito unos años más tarde y se dedicó al negocio musical en Nashville acompañando en sus giras a Kristofferson o los Eagles. Pero ese simple riff de órgano sirvió para que Billy Cisne estuviese en todos los jukebox de todos los bares mundiales durante cinco años por lo menos con esta optimista canción de amor. «When I go to sleep at night you’re always a part of my dream/ Holding me tight and telling me everything I wanna hear/ Don’t forget me baby, all you gotta do is call».

Los años dorados de Billy Swan

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