i don´t want to set the world on fire – the ink spots

Hablar de los Ink Spots es hablar del origen del doo-woop, de un estilo genuinamente urbano que juntaba las voces de los cuartetos populares con el swing y los ritmos que más se bailaban. Unos USA confusos en los que moría el teatro de variedades y apuntaba el rock´n´´roll. El doo-woop era un fenómeno de la Coste Este y aunque los grupos eran casi siempre de negros o de blancos y cada uno se dirigía a su propio público, como género sus listas eran abiertas, tan ídolo era un negro como Frankie Lymon o un blanco italiano como Dion.

Aquí estamos en el pre-dudúa, esta canción es un standard compuesto un año antes de la Segunda Guerra Mundial que fue rodando de versión en versión y que saltó a la fama definitiva en 1941, ya en plena guerra mundial y eso se notaba…» I don’t want to set the world on fire/ I just want to start a flame in your heart/ In my heart I have but one desire/ And that one is you/ No other will do». Los Ink Spots llevaban dando tumbos por todos los circuitos que tan bien describen Groucho y Harpo Marx en sus respectivas memorias, desde su natal Ohio al Apollo de Nueva York pasando por Chicago o cualquier otra ciudad que los contratase y esto los puso en órbita. Perfeccionando la técnica vocal para dejar establecidos en los años 40 los cánones de la primera música popular americana, que se alejaba de los escenarios para practicarse en la calle. A partir de los 50 cualquier callejón o el túnel del Metro eran la excusa para juntar cuatro voces y empezar a vacilar. La electricidad en la música estaba en pañales y Elvis ahorraba para grabar el single que le iba a reglar a su madre. Fueron los años dorados de los conjuntos vocales y como en Mafia, en Fallout sonaban los standards de los cuarenta.

El dudúa en pañales

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