Hay una película de serie B protagonizada por Dennis Quaid, un neo romántico thriller noir según la ficha técnica que como thriller no es gran cosa pero que tiene una banda sonora espectacular. Con esta tapa de cajun incluída. No es el cajun puro de los campos y los pantanos, ni el del fango o los caimanes. Es el de las ciudades grandes, el de las fiestas grandes, las ferias y los festivales. Pero no por eso deja de oler en ningún momento a eso que huele la marea baja y que varía según el viento que sople. Buckwheat actua ante diez mil pero antes lo ha hecho para diez, veinte, cien o mil.

Comenzó siendo teclista de grandísimos del blues como Clarence «Gatemouth» Brown pero se empapó de zydeco y acordeón en la banda de Clifton Chernier, el músico que cambió el acordeón diatónico por el acordeón-piano y que le animó a sacar su propia Bucwheat Zydeco en el 79. La parte menos negra de Louisiana es la del creole, más caribeños que africanos, más franceses que anglos y más de pantano que de Mississipi. La música de los aparceros y la gente de campo. Nueva Orleans es para mí una de las tres ciudades principales de la música que me gusta. Eran la gente del Delta, por debajo de Mississipi, más melódicos que rítmicos, más fiesteros que reflexivos. Por cualquiera de sus caminos, el de Toussaint, el de Longhair, el de Dr. John o el de Lee Dorsey. O el de los maestros del acordeón, aunque lo hayan sido de rebote, claro que si el rebote viene de Chernier….

El acordeón blanco de Buckwheat

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