Sólo empecé a reconocer esta canción hace cuatro años. Si alguna vez llegué a escucharla con una mínima atención la puse en la carpeta del standard orquestado de Ray Coniff o algo asi. Demasiado perfecta, demasiados coros, demasiados prejuicios. Ni siquiera cuando tuve en casa el disco de su hijo Jeff en los 90. Pero si este blog trata de canciones, esta tiene un lugar de honor en el mundo de las baladas. Emocionante como pocas todavía no existía la moda de los mecheros cuando en junio del 67 se grabó Goodbye and Hello, el segundo disco de Tim Buckley. Un hombre con la sensibilidad para hacer esto y, sin embargo, buscar nueve años después la autodestrucción.

Tim Buckley compuso esta canción con el letrista Larry Beckett cuando tenía veinte años y su hijo Jeff dos. El disco tuvo más influencia que ventas. Luchó por no ser enviado a Vietnam y su música evolucionó por un camino cada vez más difícil. Escuchar Lorca, editado en el 70, era complicado para quien lo había descubierto en esta literaria canción donde se buscan historias que se aconseja salir a buscar. «Before he came, I felt him drawing near/ And as he neared, I felt the ancient fear/ That he had come to wound my door and jeer/ But I waited in my fleeting house/ «Oh, tell me stories», I called to the Hobo/ «Stories of old», I smiled at the Hobo…». En el 94 su hijo Jeff editó Grace, el disco más original del post grunge. La voz llena de octavas heredada de su padre lo hacia intenso y oscuro en Grace o transparente en la mejor versión de Hallelujah que recuerdo. Vaya introducción de guitarra. Solo se vieron una vez en la vida (Tim Buckley se divorció un mes antes de que naciese Jeff) y los dos desaparecieron antes de tiempo. El padre en el 75, su hijo 22 años después. Los dos heredaron algo tan personal como el destino, la voz y el talento.

El vagabundo no cuenta historias

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