La última vez que oí hablar de ella fue por una adicción al sexo que la tenía completamente absorbida. A lo mejor la he vuelto a ver en algún programa americano de videos chorras o en algún reality del Medio Oeste. Fue la reina absoluta del último año del siglo pasado cuando esta canción sonó alto y claro. La nueva Billie Holliday llegaba al escenario y con su primer disco deslumbraba.

Vendió más de tres millones de copias, pero con The Id, el segundo, que salió justo antes del 11-S, medio millón. The Trouble to Being Myself, el tercero en 2007 108.000. No me extraña que la prensa rosa americana, tan cabrona como la de todos lados empezase a hacer leña del árbol caído. Ella misma reconoce sus años malos, y lo mal que se puede digerir un ascenso tan rápido. En el 2015 sigue componiendo, sigue cantando y sigue haciendo giras intensas con su metro ochenta largo y su voz pasada por helio, la que le hizo ser una chica callada en el instituto. En unos tiempos de pop teledirigido supo recuperar el alma de las viejas reinas de la música negra. I Try suena puro, no es una gran voz pero derrocha personalidad, una canción redonda y explícita («Here is my confession/ May I be your possession/ Boy, I need your touch/ Your love, kisses and such/ With all my might I try») por la que más de uno y una daría una mano.

La melena más rizada del soul

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