Woody Guthrie es un mito del folk americano, a finales de los 20 recogió todas las canciones que pudo viajando en los trenes de Oklahoma a California y se identificó con todas las luchas sindicales habidas y por haber. Un grano en el culo para el sistema. Al morir, en el año 67 dejo cientos de canciones sin acabar, ya que en sus últimos años no pudo tocar la guitarra. Su hija Nora las recuperó y le habló de ellas a Billy Bragg. primero le mando unas treinta, y cuando vio que le interesaba le abrió el acceso al resto del archivo.

Cuatro yanquis, un inglés y el espíritu de Guthrie

Nora Guthrie dice que habló primero con Bragg porque sobre el escenario no tenía problemas en hablar de política, y es verdad, el británico ha llevado su mensaje izquierdista hasta el último sitio que le han dejado. También es un tipo listo y antes de lanzarse sobre el legado de Guthrie decidió llamar a los Wilco, la mejor banda country de los 90. Junto a Jeff Tweedy fueron escogiendo canciones, y entre muchas siempre me gustó esta feminista canciòn: «Ten hundred books could I write you about her Because I felt if I could know her I would know all women And they’ve not been any too well known For brains and planning and organized thinking But I’m sure the women are equal And they may be ahead of the men«. La canción parece más Wilco. No está cantada con la rabia que suele aplicar Bragg sino con el tono de una balada country marcada por el juego de la armónica de Jeff Tweedy y la steel de Jay Farrar, sobre todo cuando canta casi solo «But never, never, never Never could have it been done If the women hadn’t entered into the deal Like she came along to me«, y vuelven a arrancar…

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