El jodido espíritu de Lou Reed sobrevuela todo este blog. He leído hace poco en uno de los mejores libros sobre el tío Lou que su verdadera pasión, como neoyorquino de pro, chaval a finales de los cincuenta, era el doowoop. Un producto genuino de los rascacielos, un estilo genuino, encorsetado y mágico. Cantar a capella siempre es emocionante. Tanto como lo era el momento. Tras varias intentonas Dion, que traía fama de mejor cantante del Bronx consiguió con Tell Me Why y Runaround Sue sus primeros pelotazos.
Detrás de Dion estaba otro descendiente de italianos, Ernie Maresca, músico, productor y compositor de una buena parte del doowoop. Dion ya habia revolucionado el estilo con su A Teenager In Love, cuando todavía le acompañaban los Belmonts y este The Wanderer con su ritmo arrastrado y su voz solista menos dependiente de las armonías le acercaban más al pop. La estrella de Dion ascendía con rapidez a pesar de que su estilo daba las ultimas boqueadas. Pero fue un azar el que lo asoció a un mal día. Dion era el cuarto integrante de Winter Dance Party en 1959, el día de la canción de Don McLean. No le gustaba mucho volar y no le gustó gastarse los 36 dolares del pasaje. Cuando volvió se acordó de un consejo de Buddy sobre la inutilidad del querer gustar a todos y preparó su vuelta en el 61 donde sacó Runaround Sue y The Wanderer, el menos doo-woop de sus éxitos. Dos enormes canciones sobre dos verdaderos personajes, una ligona Sue en la primera y un colega del barrio de DiMucci y de Maresca, un tal Jackie Burns. Era el más joven del vuelo aprendiendo de un veterano de 22 años como lo era Holly. Faltaban unos años para la invasión británica, de la que el neoyorquino no guarda buen recuerdo. Pero como siempre, eso es otra historia. Aqui él es un vagabundo picaflor, «Cause I’m the wanderer/ Yeah, the wanderer/ I roam around, around, around/ Oh well, I roam from town to town/ I go through life without a care/ And I’m as happy as a clown/ I with my two fists of iron but I’m going nowhere«
