Paul McCartney es uno de los grandes. Desde que dejo los Beatles ha estado bullendo sin parar, editando discos con Wings, colaborando con mucha gente, haciendo canciones y probando estilos con la seguridad que da ser uno de los Beatles. Y no uno cualquiera. El amable y políticamente correcto Paul es siempre un tipo positivo. Lo lleva con alegría y supongo que orgullo y últimamente hasta aparece en público con Yoko Ono. El tiempo es la mejor manera de poner las cosas en su sitio.

Nunca dejó hueco para reafirmar su afición por el cabaret y esta es una muestra con algo de pique. Cuenta Macca que estando de vacaciones en la costa francesa vió una actuación de los Mills Brothers, un grupo de fama en los 30, que hacia sus últimos bolos en sitios tranquilos. El vocalista principal, de 73 años, le retó a hacer una canción para ellos. Paul la hizo, era uno de sus grupos favoritos, pero el manager de los Mills decidió que los Wings tenían que pagar porque los Mills grabasen esta canción. En el 78 aún pasaban esas cosas. Y esta flotante canción que empieza donde la luna se acuesta, se quedó para cerrar la carrera de los Wings. «When the moon lays his head on a pillow/ And the stars settle down for a rest,/ Just do me one small favour, I beg you,/ Please play me my baby’s request». De paso se marca un video actuando para las tropas de Monty, y hace esos cambios de melodía marca de la casa, «My baby said that she knows how it goes/  But you’re the one who really knows,/  So go ahead, just one more time and then we’ll go to bed». Un maestro.

McCartney, a toda velocidad

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