bad bad woman – beau jocque and the zydeco high-rollers

Hace unos día moría un viejo pianista de 77 años en un hotel de Madrid, pocas horas después de su última actuación. Se llamaba Allen Toussaint. Como hay ya un par de entradas dedicadas a sus mágicos dedos, me apetece rendirle homenaje con otro viaje a su pantano de Nueva Orleans. Esta vez a lo más profundo, lo más creole, el zydeco. La música rural que unida al blues haría única a la rosa del Mississipi.

Clifton Chernier, que también tuvo su hueco en The House of Blues fue el gran pionero, aunque la primera grabación fuese datada por Clarence Garlow en el 49. Es un caso curioso el de Beau Jocque. Trabajaba como electricista cuando a los 35 años un accidente le tuvo parado más de un año. Sacó del armario el viejo acordeón de su padre y se tiró los siguientes cinco años recorriendo con su mujer todos los garitos donde se hacía zydeco con la idea fija de llevar esa música un paso más allá. Talento no le faltaba y su característica voz de cazador de caimanes puso el resto. En el 91 aparecía Beau Jocque Boogie, su primer disco, a los 39 años. Rey de Louisiana durante los 90, su acordeón diatónico se paseó por más de mil escenarios, desde Alenxadria a Lafayette pasando por el centro de Baton Rouge. Al final de la década moría de un ataque al corazón, un paso demasiado rápido para un bólido de su categoría. El tiempo suficiente para dejar al zydeco un paso más allá. Ese pequeño estado del Sur es lo más parecido a Europa musicalmente y es un tesoro, ya lo decía Toussaint en su Southern Nights.

Beau Jocque, puro creole

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *