Un día leí un comentario donde Thom Yorke decía que lo único interesante del momento era Billie Eilish. Descubrí este tema y descubrí también que la chica de diecisiete años que llamaba tanto la atención del lider de los introspectivos Radiohead no era un simple invento de marketing. Sólo un ejemplo de do-it-yourself. Pero no el mismo de la new-wave, esto es un háztelo-tu-mismo del siglo XXI. A los quince años Billie ya era ciberfamosa por un video donde le ponía coreografía a una canción de su hermano Finneas llamada Ocean.

Ahí está la clave, en la casa que comparten los hermanos y que es su estudio de grabación. No necesitan mucho más. Sus actuaciones de esta primavera en España han sido celebraciones adolescentes pero esta chica no es los BackStreet Boys. Y aunque pudiera ser casi una hija mía a los cuarenta, me gusta su rebeldía, tan lejana al teenagerismo que generalmente triunfa. Ese bajo, ese fraseo y esa actitud se merecen un poco de atención y no sólo un desdeñoso encasillamiento comercial. «White shirt now red, my bloody nose/ Sleeping, you’re on your tippy toes/ Creeping around like no one knows/ Think you’re so criminal/ Bruises, on both my knees for you/ Don’t say thank you or please/ I do what I want when I’m wanting to/ My soul? So cynical». Mi sobrina Candela y yo nos intercambiamos videos para saber la opinión del otro. Acaba de cumplir diez años pero la chavala tiene buen gusto para la música. En siete días ya tenía cuatro pasos de baile montados con el estribillo. No sé como será Cande dentro de diez años pero me gusta que le guste esto.

Nacida en el siglo XXI

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