Edgar Fimbres lidera un grupo en el que con los hermanos Garcia canta a los narcos y al poder en su tierra. Hacen música grupera y sin olvidar sus raíces intentan darle fuerza. Y con otros muchos mueven la California del Sur en ciudades como San Diego y la Texas del centro en sitios como El Paso. Poco podrá hacer el muro con el que conviven desde hace años. Ellos son la peor pesadilla para el presidente más extraño y loco que han parido los Estados Unidos de América.
El folk debe reflejar lo que ocurre. Cuando esa música está viva es lo que hace y en el noroeste de Mexico el Estado ha dimitido y el narcotráfico es la primera empresa. La primera vez que oí hablar de música norteña fue con la Serenata de Los Lobos. Pablo Escobar empezaba y las avionetas todavía eran cosa de románticos a los que cantaba Flaco Jiménez. Ahora eso ha cambiado hacia una de las zonas más calientes, vivas y peligrosas del mundo. El ecosistema donde se mueven personajes como el George que protagoniza esta rola de los Contraste. Originarios de Sonora el grupo de Edgar se afincó en la ciudad más fronteriza de México, MexiCali la capital de la Baja California y el principio del muro. Y rápidamente hicieron amistad con otros gruperos de la zona como HT100 o La Edición de Culiacán con la comparten esta «El George», donde lo dicen claro «tuve los agallas que requiere este trabajo/ y me fui metiendo multiplicando con tacos/ desde Culiacán hasta Los Angeles jalé/ y por Mejicali me tiraba yo a perder» hasta su primera detención. Para la siguiente ya lo tiene más claro «en cuanto los ví los recibí a punta de bala/ ya no había remedio/ esa no alcancé a librarla/ Y aquí me retiro/ ya me voy pallá párriba/ con un cigarrito pa´ forjar la despedida». La vida en la frontera.
