El combo de este inglés atado a un Hammond y su concierto en los primeros días del Playa Club de Nolito Pereira Jr. forman parte de uno de los viajes más rápidos y divertidos de mi vida. 36 horas con el Oli para ir a Coruña, pasar la mañana en Ferrol y estar por la tarde en Santiago para la prueba de sonido de unos Hermanos Dalton en su mejor momento. Vaya sonido sacaban el trío de San Fernando. Se trataba de repartir el 32 pistas, el primer gratuito musical de Galicia, por todos los garitos rockeros de Coruña que pudiésemos, la tienda de discos de Ferrol y tantear el terreno para los primeros anuncios.
Año 93 y la prensa musical del globo iniciaba el incendio del acid-jazz, un epílogo de los muchos que salieron después de la fiebre británica de los clubs. Os acordais del Smiley? Se hablaba de MDMA y de raves. Como un secante para un veterano. Y aquello acabó en esta música suave, relajante que degeneró en los chillouts y atardeceres de Ibiza. Era un día laborable y los apenas cien o ciento cincuenta pudimos asistir a un profesional concierto, algo frío, pero de alta calidad. Todavía no habían explotado los Brand New Heavies y aquello daba su primeros pasos. El alma mod que Taylor enseñaba en The Prisoners se decantó por el funky y comenzó a currarse, primero versiones de series como Starsky y Hutch, luego instrumentales potentes como éste. Recuerdo que nos fuimos a Ferrol después del concierto y dormimos un par de horas en el coche. Lo justo para dejar la revista en la tienda, darse cuenta de que había rock en todos lados, hablar con el de 16 Rodas, un pedazo fanzine de Fene, y volvernos a Vigo. Un buen viaje.