Cuando escucho esta canción veo el final de un ciclo. Parece que sacada de las sesiones de Sandinista este Ghetto Defendant es la mejor canción de un disco muy menor y que sin embargo les dió sus mayores pelotazos, Combat Rock, el último de los Clash. Allí, entre el Should I Stay y el Rock in The Casbah, estaba este inmenso dub, el estilo del que con toda su personalidad se apropiaron estos cuatro ingleses, el último grupo en el que he creído de verdad.

Hace ya treinta años y un mundo de esto, el mundo que va de cuando empezaba la burbuja a cuando se ha reventado dejando poco más que el Internet y una desconfianza tóxica. Hay más mezcla que antes pero más miedo a la mezcla. El último gran grupo del rock y el último que hizo política. Con toda la parafernalia cínica que le quieran echar encima, Strummer y sus amigos cumplieron su misión con honores. Ni buenismo ni ostias. Strummer era un tipo que despreciaba a sus antiguos amigos hippies por dejarse llevar. Algunos de ellos aparecen en el buen documental de Temple, quejándose pero admitiendo al fin que ellos no habrían sido capaces. En España llegó a ser algo tan español como lo puede ser una leyenda granadina. Después intentó hacer unos Mescaleros y murió rápido. Como debe hacerlo un héroe discreto. Que para arengar recita esta letanía acompañado de otro letaniero mayor, Allen Ginsberg intentando crear su propio Aullido «A hundred years war/ TV re-run invasion/ Deathsquads, Salvador/ Afghanistan, meditation/ Old Chinese flu/ Kick junk, what else/ Can the poor worker do?/ Ghetto defendant/ In heroin pity/ Not tear gas nor baton charge/ Will stop you taking the city». Joe Strummer, el más grande del punk.

Strummer en Granada

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