«No me importa que me etiqueten como un escritor de canciones político, lo que  me preocupa es que no se den cuenta de que lo soy».

Billy Bragg es un personaje en Inglaterra. Después de unos cuantos tumbos imitando a los Clash, en el 83 se tiñe el pelo de rubio platino y toca sólo con su guitarra eléctrica allí donde puede. Sus maneras de Woody Guthrie calaron rápidamente en la UK de Thatcher y las huelgas de los mineros, cuando empezó todo eso del capitalismo popular. Y en el 83 sale «Life’s a Riot with Spy Vs. Spy», donde está «A New England» que pondría en las listas Kirsty McColl un año después.

Esta es la versión de Billy Bragg, que tiene una estrofa menos que la de McColl. Suena tan desnudo como sonaba en los pubs. Un riff rápido de guitarra y su característica voz antisistema, metido en todas las luchas posibles. Por eso le escogió Nora, la hija de Woody Guthrie para hacer con los Wilco, sobre las letras inéditas de su padre, los magníficos «Mermaid Avenue». Pero este «A New England» no es una canción política. Bragg cogió los dos primeros versos de «Leaves That Are Green» de Simon y Garfunkel, «I was twenty one years when I wrote this song I’m twenty two now, but I won’t be for long» y continuó hilando una rabiosa canción de desamor con un irónico estribillo «I don’t want to change the world/ I’m not looking for a new England/ I’m just looking for another girl/ I don’t want to change the world/ I’m not looking for a new England/ I’m just looking for another girl» haciendo que sonase casi como un slogan.

Bragg y su particular sound-system

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