La leyenda pone este disco en una esquina del puesto de Campoamor y el Zurdo en el Rastro, una seña masónica, un anzuelo para atraer a otros degustadores de este extraño dúo. Y así llegó Berlanga y Kaka de Luxe. En cambio, las Vainica no quedaron contentas y después de este disco lo dejaron. Puede ser que la producción de Gonzalo García Pelayo, capo del sello Gong, el que cortaba el bacalao de aquella (Triana, Lole y Manuel, Granada…) fuese excesiva para ellas que venían del folk más estricto, pero el sítar que le metía Gualberto al tema lo hacía diferente.

Cantautoras totales y comprometidas
«Déjame que descanse un rato al sol, déjame vivir con alegría, si he pescado bastante para hoy, mañana será otro día, no faltará un caracol…» era una letra que por el lado directo se veía como un ataque a los americanos y a su prepotencia «Y un higo chumbo y una aceituna, tu nuevo mundo yo descubrí con Colón. Y una aceituna y un higo chumbo, vete a tu Luna y déjame en mi rincón«. También es una defensa orgullosa de los mediterráneos. «Con un dátil por alimentación, con un dátil yo inventé la democracia, con un dátil yo te gano el maratón, no me hace ninguna gracia que me tengas compasión«. Los corsés políticos funcionaban en las dos direcciones, las Vainica venían del antifranquismo más teórico y lo americano era sinónimo de imperialismo, para las nuevas generaciones lo americano era Kerouac, Jimi Hendrix, el verano de las flores, la rebeldía… y no el imperialismo. Quizás por eso las Vainica quedaron descontentas de la psicodelia que salía de los arreglos y a las nuevas generaciones le quedaron un poco antiguas las Vainica. Los tiempos pasan y las buenas canciones van cogiendo poso y como ésta lo es, hace un par de años el Grupo de Expertos Solynieve se montaron esta gran versión https://www.youtube.com/watch?v=pKA0sdPByN0
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