Estamos en el 92,  Neil Young es un cuarentón y hace veinte años que editó «Harvest», uno de sus primeros discos en solitario. Desde el Buffalo Springfield del 65 ha pasado mucho tiempo, por el camino quedó «Southern Man» su canción antirracista, citada en sentido contrario por los Lynyrd Skynnyrd de «Sweet Home Alabama», Woodstock y unos agotadores años 70. En esa década morían grandes amigos suyos y editaba discos compulsivamente, de estilos y portadas diversos y confusos. Solo le salvaban los discos con Crazy Horse, intensos pero espesos.

La distorsión, el sonido sucio y un buen olfato para lo nuevo lo volvió a lanzar a principios de los 90. Editó «Ragged Glory» con Crazy Horse y se convirtió en una figura respetada por el grunge, el único hippie revivido en los años de las puntocom. Y volvió a ser hippie, y volvió a llamar a un disco «Harvest», esta vez «Harvest Moon» y llamó a sus viejos amigos, Ben Keith a la steel, Kenny Buttrie a la batería, Tim Drummond al bajo y Spooner Oldham al piano para hacer esta preciosa balada de recuerdo y amor con hijos, donde primero actúa para si mismo como cuarentón y después como joven. «Come a little bit closer/ Hear what I have to say/ Just like children sleepin’/ We could dream this night away/ But there’s a full moon risin’ /Let’s go dancin’ in the light/ We know where the music’s playin’/ Let’s go out and feel the night». La steel, los coros y algún acorde de piano son los únicos arreglos en una tranquila canción donde las escobillas de la batería no son las únicas que suenan. La del hombre de la puerta lo hace durante todo el tema. 

El otro lado de Neil Young

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