Un colega con el que coincidí en uno de los sitios más surrealistas donde he estado me mandó hace tres años un enlace para Tied Up In Nottz. Un par de tipos mal encarados, ya en la cuarentena, haciendo casi spoken word con bases sacadas de los trabajos de Prodigy de hace quince años. En plena crisis y claramente adultos. Por eso parecen tan creibles. Reflejaban mala leche. Ahora, la política monetaria ha cambiado, más que de economía hablamos de neofascismo y la cruel prensa británica ya los considera del pasado. Acaban de sacar English Tapas y aunque son menos políticos siguen siendo buenos observadores.
Hablar de ellos es hacerlo del lado literario de Scott-Heron, el protagonista de ayer. Pero muchos años después lo único que permanece igual es la palabra, cambian las metáforas y las bases. Han pasado décadas de raves, química y cruda realidad. De los bongos o el mullido jazz setentero se pasa a las bases de bajo descarnadas y barriobajeras de Prodigy que son la inspiración máxima de Andrew Fearn en su primer pelotazo, Tied Up In Nottz. Aquí suena más a Kraftwerk y las letras son más personales. Lo que sonaba como rabia ya no es igual con una cuenta saneada detrás. Se defienden en las entrevistas; «Realmente lo veo más como observar y narrar. Es política en su naturaleza, pero no somos activistas; no estamos escribiendo un manifiesto». Debe ser difícil mantener la compostura cuando tienes 46 años, has dado el pelotazo cantando las verdades de un momento duro y se duda de tu vigencia porque tu momento personal ya no es tan duro. Mientras tanto apuntan sus dardos contra los que votaron si al Brexit y no parecen ver con mucho optimismo el futuro. «This barrel you’ve got me bent over/ Was it pulled from your pork cellar/ In your lovely little house/ I can tell/ When taverns raise the glass for no one/ No point trying to use your colon/ I see it coming out your mouth».
