Un montón de gente que andaba por los veinte años en los ochenta gritó este estribillo creyendo que lo cantaba. Sex, Drugs and Rock’n’Roll convirtió en himno de una generación. El camino ha sido largo y no muy bonito. Lo único que queda de la trilogía es el sexo, las drogas siguen pero no se deben nombrar y el rock’n’roll parece morir bajo la máquina quedando para refugio de nostálgicos, freaks y arties. No hay más que ver las cabeceras de cartel de los últimos festivales veraniegos.

La Stiff fue el sello clave de la new wave. Fundado por dos managers del pub rock llamados Robinson y Riviera, ficharon durante el 76 todo lo que les olía a nueva música. Para grabarlos tenían la habilidad del mejor músico de su antigua escena, Nick Lowe. Patentó el «toca como puedas, después lo arreglamos» y su rapidez en grabar con limpieza y economía era legendaria. Montaron una legendaria gira que recorrió todo UK con Wreckless Eric, Larry Wallis y la trilogía que le hizo ganar dinero (además de los Damned), Elvis Costello, Ian Dury y Nick Lowe. Después vendrían los Madness. Y después el fin de la Stiff. Este descarado panfleto que Ian Dury cantaba con cinismo «Here’s a little piece of advice/ You’re quite welcome it is free/ Don’t do nothing that is cut price/ You know what that’ll make you be/ They will try their tricky device/ Trap you with the ordinary/ Get your teeth into a small slice/ The cake of liberty», se convirtió en un himno. Oxidados los imperdibles, la new wave utilizaba mensajes igualmente provocadores pero menos políticos y cambiaba el piñón fijo por el soul. Una vez que los turistas invadieron Putney Bridge había que divertirse.

La escuderia Stiff , adivina quien es quien…

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