En la Alameda de San Fernando cuando tenía doce años, había pandillas y algún que otro viejo borrachín. El Oklahoma, el Alfonsoss o el Capuchi, por ejemplo. Si estaban vacilones nos hacian reir con tremendas historias, sino pasaban agitando el brazo intentando espantarnos. Ayer me he enterado por primera vez que el Sr. Troncoso era en realidad uno de esos viejos borrachines de Andalucía, en este caso Leopoldo el Legionario de la Plaza de la Gavidia, en Sevilla.

Pasada la sobredosis y la resaca Triana han permanecido como clásicos eternos. Solo sus dos primeros discos le valen para estar en la banda sonora de un par de generaciones y gente como el guitarra de Lori Meyers alardea de saber tocar toda su discografía. Esta inmortal canción ya desde el saludo te engancha. Tiene la verdad triste de la locura. Es tierna y cuando ví la foto de Leopoldo Troncoso Narvaéz la entendí entera. Hasta entonces siempre pensé que iba de un amigo perdido en la droga o algo así. En la cara B de su segundo disco «Hijos del Agobio» (1977) Jesús de la Rosa colocó tres cañonazos seguidos; «Ya está bien», «Necesito» y «Sr.Troncoso» que te ponían en la siguiente dimensión a lo prometido en «El Patio». Después les fui perdiendo la pista…

La Historia del Sr. Troncoso merece la pena y está en este blog sevillista y rockero que hace Manuel Corrales Scota http://icebergbarna.blogspot.com.es/2011/03/semblanza-y-vida-del-sr-troncoso.html)

La sonrisa que brilla

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