Hace tiempo que me andaba rondando el meter La Calle Abajo de estos dos hermanos de Guadalajara que han juntado a Agapito Marazuela con el bluegrass y, entre medias, se ha colado este disco único. Se apartan un poco de la Alcarria y desde el dolor más grande que se pueda tener, editan esta catarsis donde Enrique, el cantante, describe con toda la rabia de un artista sus sentimientos tras la muerte de su mujer, Olga. Pocas veces he encontrado un disco en castellano tan desnudo y tan verdadero. Será muy difícil defenderlo en directo, aunque solo sean canciones, quizás por eso están ya con Hendrik Roever (Del-Tonos) preparando el siguiente.
A los Hermanos Cubero siempre los vieron como tipos raros, eso repiten en todas las entrevistas. Eso de cantar jotas y escuchar a Nuevo Mester de Juglaría en el 96 no iba con los tiempos. Como tampoco lo hacen ellos en el siglo XXI. No hay que fiarse de este trabajo para hacerse una idea de los Cubero. Quique Dibuja la Tristeza salió a la luz por la insistencia de Roberto en hacer las canciones que iba escribiendo su hermano para despojarse de la rabia y la desolación. El disco suena americana y en momentos recuerda los sonidos que empezaron a sospechar los Uncle Tupelo, aparecen un contrabajo y un violín, pero sobre todo es un paréntesis brutal y despiadado, un hachazo como el de la Elegía de Miguel Hernández en la discografía de un grupo descarado, interesante y auténtico. Escuchar cualquiera de las once canciones, desde la incredulidad hasta la resignación es un paseo emocionante y real. «Antes de acostarme/ Miro tu retrato/ Y te hablo como si estuvieras aquí./ Dime qué haremos mañana/ Seguro que ya tienes algún plan/ Dime qué has pensado/ Yo lo único que espero/ Es tenerte aquí a mi lado al despertar.»