Este disco no paró de sonar en mis tardes de la primavera del 78. Otro producto Gong para la transición y otra muestra de la acreditada escuela sevillana. El disco era una maravilla para los que andaban locos por el Rastro los domingos intercambiando vinilos y rebuscando en los puestos, pero no vendió una mierda. Eran tiempos bastante locos y al año siguiente no existían ni Goma, ni si me apuras, Gong. La gente prefería el bote de colón, la chica de ayer, el cadillac solitario y matar hippies en las cíes, propuestas más frescas y estos veteranos de la escuela sevillana duraron un año escaso. Han pasado más de 35 años y la perspectiva ha mutado.

Y esto no ha envejecido mal. Suena ingenuo pero fresco. La entrada de la guitarra y el saxo es tan efectiva como lo era hace tanto y la letra sigue siendo la más surrealista del rock español, «Un nuevo Abril sin sal/ obstante y sin calor/ tenencia y perspicaz/ como un cariz balón/ tapices de carbonsí/ alfrubias de obsesión/ calombias pasas y pesas/ reflexiones de ocasión…». Hecho con gente de Gong como Pepe Sánchez saxo, Pepe Lagares, el autor de la letra, que había estado con los Veneno al bajo, Antoñito, el batería de Smash, Manuel Rodríguez a la guitarra y Alberto Toribio a los teclados, eran los mejores. «Señores, qué voy a hacer?/ tendré que comprar la sal/ con mis amigos me iré/ Señores, que ambigüedad» . A los 3:50 el tema cambia. Empieza la segunda parte con el saxo empujando unos coros de aroma beatle álbum blanco, y enloqueciendo junto a la guitarra al final. Puro paroxismo progresivo en la última piedra de la psicodelia sevillana. Después vino Imán, donde se fue Manuel Rodríguez y la psicodelia española desapareció como el tiki-taka y como la transición. Luego en los noventa con los indies aparecería gente como Los Negativos y ahora en siglo XXI los Cró!, pero eso es otra historia.

Una de sus pocas actuaciones

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