Un grande que hace un homenaje a otro grande. Un guitarrista taciturno que cuarenta años después graba la canción del folklorista expansivo y político que recorrió los USA de la depresión recogiendo los últimos cantos y colocando las primeras líneas del concepto música americana. Ry Cooder se acerca a Woody Guthrie a través del Vigilante Man. «Oh, why does a vigilante man,/ Why does a vigilante man/ Carry that sawed-off shotgun in his hand?/ Would he shoot his brother and Sister down?»

Los Vigilantes eran granjeros voluntarios y armados de California que aterrorizaban a los braceros y sus conatos de organización sindical. Steinbeck retrata esos años en Las Uvas de la Ira. Más o menos lo mismo que los voluntarios de ahora que pasean por la frontera mejicana a la caza del espalda mojada. La cara profunda y fea de los USA, la White Trash. Ry Cooder es un tipo de Santa Mónica, el mejor slide de California y músico de sesión cotizado, tanto del tacaño Captain Beefheart como de los generosos Rolling. La colaboración con los ingleses se extendió a la banda sonora de una película financiada por Mick Jagger. Otra banda sonora, la de Paris Texas, le valió los royalties y la fama necesarios para poder dedicarse a recoger raíces de americana en escogidos discos y rescatar a unos cuantos viejos músicos cubanos que languidecían en La Habana. Con ellos firmó Buena Vista Social Club, una maravilla cubana donde Ry Cooder se manejaba más como productor. Un americano de pura cepa que se acercó a la música de Cuba con el mismo respeto con que lo hizo a la americana.

Conduciendo por la Habana

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