En una taberna de la Chantada dos Rastreros, no furancho do Cavaleiro se gestó el cocido-manifiesto que dio origen al movimiento bravú. Editaron solo un disco, «A piñon fixo, a golpe de pixo», pero crearon escuela. Cogieron sus discos de los Clash y los de Fuxan os Ventos de sus tíos para berrar en gallego todo lo que quisieron. Los más punkies de todos los bravús. Su primera maketa se llamaba «Non lle toques o rabo a vaca que pensa que é boi» y ya dejaba claro de que iban estos gamberros. La alineación era Hélectrico voz, Killo guitarra, Xullo bajo y Richi el batería máis rotten de Galicia.

La entrada de gaita ya marca todo el tema. Eso es una muñeira hecha con rigor y conocimiento de causa. La mezcla perfecta entre la actitud punk y el respeto a la tierra, la romería y el pulpo a feira. Mezclaban bien lo gamberro y lo político y cantaban también a la Tractorada, las míticas marchas de tractores hacia Santiago que hacen de cuando en cuando los agricultores gallegos. Coincidir en una cafetería de Arzúa a las dos de la mañana con una morea de lábregos e gandeiros cabreados y decenas de tractores aparcados en la plaza impresiona. Los Rastreros tuvieron unos buenos seguidores mariñeiros llamados Heredeiros da Crús los de «María, o teu fillo fuma porros». Aqui no cogen el tractor y solo cuentan la cruda historia del pobre Xan,  «Xan esta na catedral sin saber que vai facerXan que vas facer, Xan estás fodido, a muller prenhada e os fillos saídos, Xan esta quiemado e doente, Xan está bebendo augardente, Xan non é ferreiro nin cura, Xan está ollando pra lúa«. Siguen organizando el Castañazo Rock de Chantada cada año y uno de ellos ya ha ayudado a parir a más de dos o tres mil vacas desde entonces.

Os Rastreros después de un concierto, xente tranquila

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